Alejandro Quiyono
"Es la hora de la verdad
ya no te puedes escapar
ya no sirve esconderse
el sol está puesto y la luna obedece.
Es la hora de actuar
ya no hay para atrás
ya no funciona tu disfraz
la hoguera esta lista y la danza de las llamas te aclama.
Es la hora de mostrarte
ya las sombras se han cansado de ti
ya no resiste la cuerda que te amarra
el salto está preparado y la puerta abierta da valor y arma.
Es la hora de moverte
ya tu guarida ha sido descifrada
ya las barreras han cedido al empuje de las aguas
la nave está encendida y el viento te empuja y jala.
Hazlo
seguramente te vas a equivocar
y eso no importa
porque la única manera de fracasar
es ni siquiera intentándolo."
Ram Das Puri, desierto de Nuevo México, 24 de junio del 2002: la celebración del Solsticio de Verano es un evento mundial para los amantes de kundalini Yoga. Muchos seguidores de Yogui Bhajan y algunos extraviados como yo cada año aparecen en ese extraño campamento de consciencia. Hay que aventarse como los valientes para llegar hasta ahí, pues es una comunidad en medio de la nada. La mayor comodidad del lugar es una construcción de madera con unos cuantos sanitarios de agua corriente. Aproximadamente mil quinientas personas llegan a la cita cada año para meditar, cantar y hacer yoga desde las 4 de la mañana hasta que el sol se guarda. Las meditaciones y practicas, van desde un sencillo “cierra tus ojos por 11 minutos” hasta sostener los brazos para arriba por 62 minutos. Grandes maestros de todo el mundo son los encargados de guiar a las pobres almas perdidas al reencuentro con la consciencia. Una bola de lechuga, un par de cucharones de frijol mongo y zanahorias con betabel, son el sustento diario ante el rigor que ofrecemos al cuerpo. Por la noche caemos totalmente rendidos sobre una cama de tierra y piedra, que nos apapacha debajo del cielo en una tienda de 3 estrellas.
Voluntariamente se hace el viaje desde todas las partes del mundo. Una de esas almas alborotadas, hace casi veinte años, fue su servilleta. Quizás al leer el párrafo anterior cualquiera diría: ¨Pero que locura, jamás iría a un lugar así¨. Quizás yo también lo pensé, pero gracias a que seguí la voz de mi corazón, mi cuerpo regreso por 10 años seguidos. Y quizás la respuesta a un lógico ¨como porqué someterse a tal tortura¨ se entenderá en el párrafo siguiente:
El sol estaba ya casi vencido. Mi cuerpo estaba deshecho por las horas de posturas anormales para meditar. Poca voz me quedaba, pues los cantos de mantra habían abusado de las cuerdas vocales. Estaba sentado sobre una vieja banca. Un ligero viento me alborotaba el pelo y las ideas. El chai y la vista de nubes rosas, pacificaban mis sentidos. Llevaba nueve días buscando luz, pues había perdido la linterna que me guiaría desde el campamento central a un kilómetro adentro del desierto hasta mi hogar temporal. La primera noche me llene de angustia y temor, pisando con cautela cada roca, cada montículo. Mi mente se imaginó serpientes y alacranes saliendo por todas partes hacia mis pies. Pero nada pasó. Nada pasó. Cada noche llegue a salvo. Cada noche el cielo se fue aclarando. Cada noche fui encontrando la paz que tanto había buscado por años. Nueve días de trabajo arduo sobre el alma. Y en el último día recibí una visita angelical:
___Escuche que estabas buscando luz ¨Light¨.
Yo, embobado por la belleza de ella, apenas y entendía lo que me decía.
___Aquí tienes, para que te acompañe.
Y sin contestarle mas que con un movimiento zombie de mi cabeza, mis ojos leyeron la leyenda de esa pequeña ¨luz¨ que me regalaban y lo que leí fue: TRUST.
Era una pequeña linterna que regalan en los bancos y que tienen la leyenda de ¨TRUST FUND¨. Pero para mi el mensaje fue claro. Y por eso regrese 10 años seguidos. Y por eso 20 años después sigo practicando y compartiendo las enseñanzas.
Sat Nam.
Solo Hazlo.
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