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Así nació Soul Yoga

Alejandro Quiyono


Cuando el miedo llame a casa y las nubes se oscurezcan en el cielo,

cuando el frío corte y los sueños se escapen del adentro,

cuando la reserva de valor se acabe y el temblor se presente entero,

no corras a la puerta de atrás,

no huyas de la historia,

pero sobretodo que tu corazón no caiga en la cobarde protección del cinismo.


El cinismo te blinda contra la decepción pero ametralla la ilusión.


El cinismo te resguarda del dolor pero roba la esperanza.


El cinismo te protege de la pérdida pero condiciona a la tragedia.


El cinismo te amuralla detrás de la razón pero aísla de la pasión.


Así es el miedo contigo, cuando le sigues.


Cuando el amor llame a tu puerta y el cielo se llene de arcoíris,

cuando el calor abrace y la ilusión llene de mariposas tu interior,

cuando la reserva de suspiros se llene y las venas vibren de placer,

corre a la puerta de enfrente

traza con colores ese relato,

pero sobretodo que tu mente sea demente y se aviente a las vías delirantes de la pasión.


La pasión te lleva a la locura pero impulsa la aventura.


La pasión arriesga tu resto pues no acepta menos.


La pasión revienta tus murallas y te deja borracho de ardor al alba.


La pasión desnuda al amor pero te entrega a lo mejor.


Así es el amor contigo, cuando te entregas.


1o de enero del 2013, a la medianoche sonaron las campanas. El cielo se iluminó con esperanzas comprimidas entre cientos de globos de Cantoya. Cientos de buenos deseos bañaron el cielo de Miami con su luz. Todo parecía felicidad, burbujas de champán, cantos regionales y más de un borracho alegre decorando los jardines de la fiesta.


Yo, con una bebe de veinte días en mis brazos, la cuenta a punto de vaciarse y una pletórica deuda esperando en la bella defectuosa. En tan solo un par de meses había logrado perder 4 socios, varios negocios y prácticamente todas las fuentes de ingresos. En tan solo unos años había pasado de yogui rico playboy a papá desvelado, flaco, ojeroso y en bancarrota.


Feliz año nuevo gritó el tío mientras se tiraba a la alberca con todo y su traje de lino blanco.

Fue entonces, que entre las uvas, vítores y uno que otro bailongo le dije a mi mujer:

-Rani, estamos rotos, así que a partir de ahora me voy a aventar a ganar de yoga-


Llevaba 10 años enseñando chaturangas. 9 años contribuí a formar generaciones de instructores para el Sport Kitty a cambio de centavos. 6 años use a Inspira como mi patio de recreo y un par de lustros ofrecí práctica casi gratis. Yoga representó durante ese tiempo el 1% de mis ingresos. Pero aquellas 12 campanadas de año nuevo me repicaron una visión sobre Yoga. Fue como si el universo entero me empujara a levantarme por esa cima. Lo sentí claramente en mis huesos, tanto como un Padmasana.


Fácilmente podría haberme cobijado en el cinismo de Alanis “it figures”. Podría haber culpado a esos socios de mi desventura. Podría haber acusado al cielo de la caída. Podría haberme arropado en la injusticia del martes negro del 2008 y podría haber gritado hasta el agotamiento que no era penal. Muchas excusas podría haber agarrado...por miedo.


Y no es que el mundo se cayera o se fuera a acabar, no es que estuviéramos en un campo de refugiados implorando migajas o que el chapo mismo nos hubiera decapitado a la familia. Pero para mi, ese momento de crisis fue importante y tomé una decisión. Las crisis son así, instantes de oportunidad, no momentos de lamento.


El miedo me ordenaba que regresara a la oficina y al cobijo de los títulos universitarios. Me pedía a gritos que extendiera la mano al sueldo mensual de un escritorio.



El amor me empujo al vacío, al espacio del alma.


Y así nació Soul Yoga.

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